domingo, 29 de enero de 2012
Dios
Dios
A estas alturas de mi vida y de la historia, creo que la idea de dios solo puedo afrontarla desde dos perspectivas
1 Desde el análisis diacrónico de las religiones que me enseñan que necesitaron dioses todos los hombres y de ello colijo que dios es una creación humana, una emanación, una producción natural de la mente como las hormonas de las glándulas. Producimos una imagen que no es otra que aquella que colma todas nuestras necesidades antropomórficas: la del señor con barba y pueblo elegido –¡un dios nacionalista, qué disparate!–.
Y la existencia en el mundo del dolor y la sinrazón, eliminan de un plumazo esa imagen que tenemos –sagrada y separada– de un Ente benéfico que nos ama.
2 Y por otro lado, desde una perspectiva puramente epistemológica, explicativa de la existencia del mundo, o sea, dios como máquina productora. Respecto al dios creador, hasta el día de hoy la ciencia no ha dado argumentos necesarios y definitivos de por qué existe el mundo y cómo existe y qué es. La idea de un creador es plausible aún, no sé por cuánto tiempo, pero la razón humana precisa más argumentos para suspender la idea de un dios creador. Aunque nunca se dice, como en un pacto de silencio, lo que el hombre espera desde que abandonó el pensamiento mágico, es una respuesta definitiva de la ciencia. Lleva mucho tiempo, cerebro y dinero invertidos en esa respuesta.
3 Y tercero , hace tiempo que he decidido que la moral no tiene nada que ver con el aspecto creador de un dios sino con el anterior supuesto: invención de esa imagen por necesidad o teleología de la mente humana. La moral es solo racional. Ambas ideas (dios y moral) debieron aparecer con la misma necesidad y en momento próximos, lo que nos ha invitado históricamente a confundirlos.
Y por cierto: creo que la moral no está sujeta a tiempo o moda, no es relativa ni a ciencia ni a religión: sostengo que la moral es una magnitud absoluta similar a la velocidad de la luz.
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