Naguabo, Puerto Rico 1894-1979
Pedro Flores fue un creador de boleros. La vida del compositor puertorriqueño fue siempre una lucha campal junto al dolor, "único amigo y compañero inseparable en la trayectoria increíble de mi existencia". Nació en una familia pobre y para colmo tuvo que sobresalir entre doce hermanos. Sin embargo fue un hombre sencillo y tesonero que logró incluso llegar a la Universidad, así que para nuestros intereses conviene recordar que tuvo estudios superiores aunque su vida, hasta triunfar en la composición musical, fue un calvario de trabajos mediocres y mal pagados. Fue inspector de trenes, cobrador de impuestos y secretario del Ayuntamiento de San Juan. Harto, se largó a Nueva York y allí logró caer aún más bajo, ya que empezó por construir con pico y pala el túnel de la Octava Avenida. Después se hizo pintor de brocha gorda; cuando dejó la herramienta fue funcionario en el 'subway' de la ciudad, y empleado de correos hasta el 1928. Luego, sin meditación, se entregó en brazos de la lírica y notó que poseía un don inagotable para tratar las cosas de amor. En una semana componía ocho o diez canciones, algunas de las cuales llegaron a convertirse en éxitos. Formó un cuarteto al que bautizó con su nombre: Cuarteto Flores. De cuarteto pasó a sexteto y posteriormente a orquesta, sin dejar de llamarse Cuarteto Flores. Por su grupo desfilaron los cantantes de moda de la época. Ejemplo: Antonio Machín. Y un buen día se marchó a México. Y más tarde a Cuba.
Pero pronto se dio cuenta de que su sitio estaba en Manhattan. Poco a poco fue creando su propio estilo gracias a un oído privilegiado y una mente musical. Y, gracias a una sabiduría intuitiva, vemos que sus letras, a poco que reparemos en ellas, encierran un pensamiento sintético de una gran brillantez y exactitud. Sus metáforas remiten a una oscura biblioteca que duerme en el corazón de cada hombre, donde ciertas palabras mágicas hábilmente intercaladas, son capaces de despertar una polvareda de mitos y deseos . Solo poetas muy dotados son capaces de resumir y poner el dedo en la llaga de las sensaciones cuando levantan ese polvo del alma. Él lo hacía naturalmente, sin artificio: quizá sin saberlo y sin intención.
A pesar de ello confesó modestamente en sus últimos días: "Yo no he sido músico nunca, no toco ningún instrumento, no conozco una nota musical. Yo no soy poeta, lo que tengo es obra de Dios. No sé ni por qué he hecho todo esto. Yo creo que Dios me señaló con el dedo y me dijo: "prepárese porque usted va a hacer canciones". Quizá a la mano divina se deba esa gran emoción lograda de la que hablo. Entre sus grandes éxitos musicales, la que traemos hoy a colación: el bolero "Obsesión".
Y sobre Alberto Pérez, mi amigo, unas pocas palabras: apareció (aunque para mis efectos ya había aparecido en otro lugar mítico: Sigüenza) hace años en nuestras vidas televisivas y en la inolvidable Mandrágora. Tanto Krahe como Sabina le acompañaban. Cada uno ha cuajado según sus necesidades éticas y estéticas.
Alberto cuenta cómo fue su deriva:
Un día sentí la necesidad de aportar algo nuevo a todo ese repertorio universal, al que llevaba dedicado ya más de diez años, e invité a Chicho Sánchez Ferlosio a compartir conmigo la aventura de poner en marcha un baile con canciones originales. Fue una experiencia inolvidable, de la que los dos aprendimos mucho. A nuestras sesiones de trabajo solía acudir por sorpresa Carmen Martín Gaite, y, ella y yo, acabaríamos fundando “Avizor Records”. En poco tiempo se me fueron los dos. A Carmen le dediqué el libro-disco “Poemas”, y a Chicho el espectáculo “La Orquesta Volátil”.
Hace ya unos años que recuperé la guitarra, e ideé una manera de tocar los ritmos orquestales sin que perdieran su carácter; después, inventé otra para cantarlos a capella. Así que, ando ligero de equipaje. Y es que no hace falta más: un dubidubi, un buen paisaje y, si surge, una buena compañía.
Hace ya unos años que recuperé la guitarra, e ideé una manera de tocar los ritmos orquestales sin que perdieran su carácter; después, inventé otra para cantarlos a capella. Así que, ando ligero de equipaje. Y es que no hace falta más: un dubidubi, un buen paisaje y, si surge, una buena compañía.
Mas o menos como Machado, Alberto va por la vida "casi desnudo, como los hijos de la mar". Y escucharle es un privilegio. Os dejo un pequeño botón de muestra (Obsesión, de Flores), pero donde hay que ver a Alberto Pérez es en uno de sus recitales. Solos, él, su guitarra y su ingenio. Es una de esas experiencias que no se olvidan.
Y ahora a lo que me interesa
Este blog ha tomado el nombre de un verso de ese viejo bolero "Obsesión" de nuestro, ya amigo, Pedro Flores. El verso dice así
Amor es el pan de la vida,
Amor es la copa divina...
Y ahora a lo que me interesa
Este blog ha tomado el nombre de un verso de ese viejo bolero "Obsesión" de nuestro, ya amigo, Pedro Flores. El verso dice así
Amor es el pan de la vida,
Amor es la copa divina...
Por qué adopté ese título, lo dejo para dentro de unos días. Lo serviré de segundo plato. Ahora disfruten de la canción.
Me encanta Alberto Pérez, le sigo, soy fan. Su conferencia-recital sobre el bolero es impresionante y hay que oirle contando la historia de su experiencia musical con Chicho Sánchez Ferlosio. Durante dos horas, en la sala Galileo abarrotada y el público ni pestañeó. Destornillante y divino, una mezcla poco común.
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